Dependiendo de nuestra historia personal, huella musical, gustos y percepciones individuales, habrá aquello que podamos sentir cercano y lo que, por el contrario, pueda resultarnos profundamente ajeno y hasta difícil de escuchar por razones estéticas o de otra índole.
Si bien ello puede ocurrir en cualquier contexto artístico para quien se aproxima inicialmente a una nueva experiencia, siento que pasa de manera particular con nuestros géneros tradicionales; tal vez porque, para comprender su profundidad y riqueza, es importante en ocasiones, “mirar o escuchar de otra manera”, desde la curiosidad, desde el asombro desde la emotividad y no sólo desde la técnica. Si a esto añadimos la comprensión de contexto en el que las manifestaciones y expresiones populares nacen y se desarrollan, vamos logrando entonces una apreciación mayor y una conexión emocional con la cultura.
Para los artistas interesados en el tema que se acercan desde otras músicas y tradiciones, el reto consiste entonces en darse el tiempo para aprender y formular, asimilar el conocimiento que reside en las fuentes originales y encontrar cómo encajamos y cómo este conocimiento encaja en nosotros. A eso es lo que yo llamo “encontrar nuestra propia voz”. Es poder expresar este legado comprendiendo los elementos que lo conforman y el espíritu que lo anima, integrando nuestro propio ser en el proceso, nuestra experiencia musical y bagage cultural, nuestra realidad de personas y artistas.
Aquí surge la pregunta: ¿Qué es lo esencial? ?¿Qué es eso que define a una canción como música de raíz y que hace que uno diga: “suena nuestro”, aunque incorpore y se abra a otras voces? ¿Cómo tomar las formas musicales que conocemos y abrir nuevas posibilidades composicionales o interpretativas? ¿Cómo nutrirnos de la rica tradición poética que nos precede y revalorarla para que inspire a los artistas de hoy?.
En ese sentido, creo profundamente que el folklore y las músicas tradicionales son un espacio inclusivo del que ningún músico o artista, debería sentirse ausente o alejado, más allá del lugar desde donde elija contarse a sí mismo y a la realidad de la que forma parte.
A través de la búsqueda personal y la colaboración creativa, mi deseo es seguir presentando propuestas que incorporen nuestras canciones panameñas y explorar cómo ellas dialogan con otras músicas, y en ese sentido, me quedo con tres palabras que siguen animando esta búsqueda: raíz, diálogo, interculturalidad.