Hay canciones y momentos
Que mi voz va de raíz;
Yo no sé si cuando triste
O cuando me siento feliz.
Pero sé que hay momentos
Que me unen a la canción
Y de hacer tal casamiento
Vive en mí esta profesión.Milton Nascimento
Llegó sutilmente; o quizá siempre estuvo ahí.
No nos dio tiempo a darle permiso para quedarse. Se instaló en la sala de casa, pasando luego a las habitaciones más recónditas del alma.
Y todo sin que nos diéramos cuenta. Estábamos ocupados simplemente disfrutándola, como disfrutan los niños.
Aunque no fue siempre una vivencia tan libre y desembarazada: pronto nos fuimos enterando de que lo reclamaba todo; de que es exigente y audaz; de que su nombre no suena únicamente a regalo, sino a disciplina y a perseverancia.
Suena a entrega, a decisiones, a incertidumbres, a respuestas y a aventuras.
Suena a pasión, a búsqueda y a compromiso.
Y de eso sí que nos vamos dando cuenta, cada vez con más claridad, con más consciencia.
“Déjalo todo y sígueme;
Trinaba mágica la voz del músico
Pariendo música…”J M. Serrat
Sí, ¡música, bendita música!
En este día agradezco al mayor y más creativo de todos los artistas; hacedor de sonidos y silencios, por ponernos en el alma y en todo el ser (ya habremos aprendido que la música se hace con todo lo que somos) esta voz que aún no sé si es rumor o maravilla, porque es pequeña y sutil, porque es rebelde y febril…
“Música, bendita música!
Gracias a nuestros maestros, esos que escuchan no sólo las notas sino lo que hay detrás de ellas; a los que nos inspiran, desafían, a los que no se conforman ni aceptan tocar de cualquier manera, a los que en cada ensayo, en cada trabajo propio o proyecto compartido nos recuerdan el respeto a los demás y la responsabilidad ante el regalo que hemos recibido; a los que han abonado esta tierra para que hoy veamos florecidas nuevas semillas de oportunidad; a esos que nos recuerdan lo que bien decía Yupanqui:
“la guitarra es palo hueco y pa’ tocar algo bueno,
El hombre debe estar lleno de claridades internas;
Pa’ sembrar coplas eternas la vida es un buen terreno.”
A los compañeros de arte, de trabajo y de camino; a los que saben que si bien esta vida nuestra está hecha de momentos, no se arma en un momento; a los que hacen que tocar juntos sea una experiencia que nos acerca a ellos y a nosotros mismos; a los que tienen conectado el oído y el corazón y dan otro sentido a la palabra ”escuchar”; a los que les interesa realmente saber cómo vivimos el concierto más allá de los aplausos y comparten con nosotros el “antes” y el “después”, con sus procesos y aprendizajes.
¡Música, bendita música!
Gracias a ti, por ser siempre más grande que nosotros, porque eres a la vez cercana y entrañable, exigente e inconquistable, por estar a la vuelta de la esquina y tan lejos como el más lejano horizonte, tan próxima como la próxima canción, tan inmensa como todo lo que aún nos falta por cantar…
¡Feliz día del músico!