Hoy tuve un encuentro muy especial: compartí un agradable almuerzo con Ted Henter, creador del programa lector de pantalla Jaws para Windows, que nos permite el uso de la computadora a las personas no videntes.
Si bien existen actualmente otros lectores de pantalla, Ted Henter abrió esta trocha al fundar la compañía Henter-Joyce, (la cual vendió hace algunos años a Freedom Scientific), y crear el primer lector de pantalla para Windows que triunfó en el mercado.
Mucho podría contarles de mis aventuras con la tecnología, de las búsquedas, los descubrimientos, de los intentos de encontrar una manera para escribir música y que ella pudiera ser leída por músicos videntes, pero no es eso de lo que quiero hablarles.
Quiero detenerme un momento para celebrar a una persona que supo reinventarse; y en ese proceso, en la búsqueda de oportunidades para sí mismo, ha cambiado las vidas de muchos de nosotros.
Siento alegría en decir que Ted Henter nació en Panamá, justamente en la antigua Zona del Canal. Lo digo orgullosamente; “es panameño”.
Ingeniero mecánico, surfista, corredor de motos, perdió la vista a los 27 años en un accidente automovilístico. Una primera operación le devolvió algo de vista. Tras una segunda operación, perdió lo ganado y ahí comienza el proceso de reinvención.
Estudió informática y programación de computadoras, (un compañero le leía lo que aparecía en la pantalla), empezó a trabajar como programador para otra firma de productos de accesibilidad, y se asocia con Bill Joyce, también no vidente, para fundar la compañía Henter-Joyce y eventualmente lanzar Jaws for Windows, el producto del que les he hablado.
En su nueva realidad, tampoco eligió renunciar a su pasión por los deportes. Es activo participante de la Regata de Cayucos de Océano a Océano celebrada en las aguas del canal de Panamá.
Sintiendo que me aproximaba a un espacio más personal, en un momento le hice la siguiente pregunta: Después de una experiencia en la que se mueven todas nuestras estructuras, todo lo que teníamos hecho y armado para nosotros mismos, hay un tiempo de desconcierto o desánimo, por decir lo menos; hasta que comprendemos que esta es nuestra realidad ahora; este es el presente que debemos asumir. ¿Cuánto duró ese momento antes de decidir que sólo había una dirección hacia donde caminar; y esa dirección era: “hacia delante”?
Su respuesta fue: “literalmente 10 minutos”. Después de la segunda operación, tan pronto me desperté, sabía que algo no había salido bien.
Pero supe también que todo iba a estar bien. Creo que Dios estuvo guiándome en todo momento”.
Mientras él me decía estas palabras, resonaba en mí esa hermosa canción de Jorge Drexler, escrita también en un momento de desconcierto y desánimo, haciendo referencia al Faro de Cabo Polonio en Uruguay:
Gira el haz de luz
para que se vea desde alta mar;
de poco le sirve al navegante que no sepa esperar.
Pie detrás de pie,
no hay otra manera de caminar…
“No es la luz lo que importa en verdad,
son los 12 segundos de oscuridad”.
Quise conocer a Ted Henter para agradecerle personalmente lo que me ha regalado: una ventana de acceso, una herramienta de empoderamiento personal; y más que eso, un testimonio de vida que me alegra y enorgullece cuando lo recuerdo.
Mi encuentro es más que una celebración de logros y éxitos; es una celebración al coraje, a la creatividad y a la aventura de abrirse a la vida como se nos da, de tener la visión de abrir horizontes para nosotros y para los demás; es una celebración por un ser humano que supo y sabe vivir la aventura de reinventarse.
Gracias a Fernando Jaén y a Pablo Prieto por organizar este encuentro y a todos los que se reinventan cada día.
Para Ted y para todos ellos, dejo aquí esta canción de Rubén Blades; una celebración a una vida reconciliada con sus luces y sombras; y vivida, sobre todo, con coraje y compromiso.