La velada cultural organizada por la artista Patricia Elena Vlieg, pro Radio Hogar fue un maravilloso encuentro con nuestra identidad.
Rosalina Orocú MojicaSomos orgullosamente americanos, crisol de razas, culturas e ideologías. Hombres y mujeres para quienes la música es como el pan de cada día.
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No quedó duda de ello, luego de presenciar y vibrar con “América Multicolor”, donde profesionales del arte escénico ofrecieron un tributo a nuestras culturas, hermanadas por raíces comunes, por sueños compartidos, por una naturaleza agreste donde las grandes montañas como Los Alpes, Los Andes, Las Rocallosas, se empinan hacia el cielo como queriendo darle la mano a Dios, en un saludo de gratitud por tanta belleza y tanta riqueza.
Las tonadas y géneros musicales propios del continente se fueron escuchando una tras otra, bajo la hábil dirección de Dino Nugent y con las voces de cantantes como la propia Patricia Elena Vlieg y Juan Pablo Fábrega.
Un viaje por la música, el día a día de nuestra gente, su vestimenta, sus faenas… rostros, monumentos, interactuar en distintos escenarios, niños que ríen, trabajan, sueñan, muestran ingenuidad, son retratos de la esperanza, también fueron desfilando ante los ojos de la audiencia que devoraba con ansias las imágenes que corrían unas tras otras en varias pantallas pequeñas y una gigantesca, al fondo del escenario.
Vimos llanuras, montañas, ríos, sierras, costas, valles, lagos, nieve, desierto, fue un recorrido maravilloso por la geografía regional. Y pensar que por esas tierras, esos mares y esos cielos ha viajado la historia de América, representada por grandes hombres, mujeres y niños que en su momento tuvieron un protagonismo que marcó etapas, que sentó precedentes, que sirvió de estímulo, que permitió que como colectividad multifacética creciéramos.
Destellos y rayos de luces multicolores también tuvieron gran protagonismo en la fiesta de Patricia Vlieg y los amigos de Radio Hogar.
Entre el público, cámaras digitales y celulares abundaron queriendo captar estas estampas plenas de color y derroche artístico. Estampas que hacían sentirse henchido de emoción. Que ponían a reflexionar sobre por qué si tenemos tanto que ofrecer no lo hacemos como continente, olvidando las fronteras y barreras físicas, ideológicas y de otra índole, porque somos hermanos, hijos del indio, el negro y el español y tenemos más en común que diferencias.
En esta cita con nuestras raíces y multiculturalidad, la Iglesia Católica panameña, encabezada por Monseñor José Dimas Cedeño, estuvo presente, al igual que el Padre Fernando Guardia. Estuvieron alegres como nunca.
Entre los artistas invitados estuvieron Oscar Stagnaro, Manuel Miranda, Eric Doob, Isaac Lausell, Ricaurte Villarreal, Graciela Núñez, Francisco Buckley y Juan Pablo Fábrega.
A través del Vals peruano, el Son cubano, el Calypso, la Cumbia Colombiana, la Tonada Llanera, la Toada Caipira, la Samba, el Landó, el Tango, la Tamborera panameña, Mariachis… se tejió una colcha musical para colocarla sobre los hombros de toda América, cuya mejor imagen debemos todos mercadear con orgullo.
Color, alegría contagiosa, garbo, emociones, música, poesía, danza e imagen… fue un delicioso coctel que saboreamos.
